Comúnmente se afirma que una persona se encuentra en estado pesado, cuando está abrumado por el estrés. El cansancio, la tensión muscular, la irritabilidad son precisamente algunos de los rasgos que se derivan de encontrarse en dicha condición. La mente logra nublarse, los pensamientos causan tristeza o furia.
En las experiencias con el rapé, generalmente se espera que ese tipo de estado no aparezca. Se anhela que efecto de esta medicina ancestral dilate todos tus sentidos, relaje tu sistema nervioso y despeje todas tus emociones. Muchos de los que se acercan al rapé lo hacen bajo la motivación de alcanzar estados de serenidad que relajen por completo la tensión muscular.
Pero, el estado pesado también puede presentarse tras acudir al rapé. El cuerpo entra en un estado fatiga notable, te puede doler la cabeza, sentir tu respiración sofocada y experimentar un fuerte descenso de tu energía, percibiéndote débil ante la misma realidad. ¿Por qué puede ocurrir esto?
La mente busca silenciarse
Lo que realmente puedes esperar de una experiencia de rapé, más allá del estado pesado o un estado liviano, es el silenciar tu mente. El rapé se hace cargo de suministrarle a tu cuerpo una carga de energía que actuará en sobre tu metabolismo, como también directamente sobre tu propia energía. Es decir, tendrá un impacto directo sobre tu mente.
A veces esa reacción entre el potencial del rapé y tu mente puede resultar muy potente. Y esto no depende en nada de la dosis administrada por la persona experta que esta versada en el arte del rapé. Depende esencialmente de toda la carga de energía con la que estás conviviendo.
De manera que cuando llega el momento de silenciar tu mente, el efecto puede ser tan lindo a cómo cuando alguien disminuye el volumen de la música. O bien, abruptamente tu equipo de sonido experimenta un corto circuito y quedas preocupado porque perdiste un bien material.
Cuando llegas al estado pesado a causa de haber usado el rapé, es porque el rapé tuvo que frenarte, obligarte a vivir un apagón muy fuerte. Así que la manera en que se manifiesta ese apagón es a través del cansancio, el estrés físico y la tensión muscular.
La hiperactividad en el actual siglo XXI
La hiperactividad es una de las facultades naturales de la mente. La razón por la que tu pensamiento puede ir de una idea a otra, de una imagen a otra, se debe precisamente al modo en que la mente está conectada con la misma energía del Universo. Eres un ser palpitante de energía y tu mente trabaja con cientos de miles de ideas para que puedas permanecer en la realidad que vives a diario.
Esta hiperactividad puede ser a la vez liberadora o castigadora. Todo depende del modo en que canalices tu energía. Recuerda que vivimos en una era acelerada, donde se nos exige trabajar constantemente y estar ocupados. La filosofía de vida del mundo occidental está enfocada en trabajar, producir y facturar. Esto afecta significativamente a la hiperactividad de la mente.
De ahí que cuando existen periodos de inactividad, la hiperactividad de la mente empieza a culpabilizarte. Esa es la razón por la que a muchas personas les resulta tan difícil hacer pausas y alcanzar estados de calma a través de la meditación. Cuando la hiperactividad de una mente occidental es frenada por el rapé, es natural que ocurra entonces un estado pesado.
Lo que intenta comunicarte el estado pesado
Detrás de ese fuerte freno que impone el rapé, existe un hermoso universo personal por descubrir y explorar. Si después de una experiencia con el rapé te encuentras en ese estado, es porque tu cuerpo y tu mente te están dando la oportunidad de reflexionar sobre la hiperactividad de tu estilo de vida.
¿Qué es lo que realmente deberías detener en tu vida? ¿Qué es lo que estás tratando de negar en tu estilo de vida? ¿Qué es esa energía que estás eludiendo de una u otra manera? ¿Te has dado cuenta de hasta que punto ese estrés puede materializarse en una enfermedad realmente grave? ¿Qué es lo que te lleva a dejarte a ti mismo en el último lugar de tus actividades diarias?
El exceso de trabajo, el ajetreo de la vida cotidiana, los vacíos emocionales a los que no les estás prestando atención, el no tomarte tiempo para ti mismo: esos son los factores que entran en juego. Son esos detalles de tu vida cotidiana que intentas ignorar los que se han acumulado y han encontrado el momento perfecto de presentarse ante la magia del rapé.
Aprovechar el estado pesado
¿Qué es entonces lo que tienes pendiente por curar por tu estilo de vida? Empezarás a sentir paz en tus propios pensamientos cuando aprovechando el estado pesado, vislumbres las respuestas. El alivio que te ofrecerán esas respuestas son las que debes tener en cuenta.
El punto de quiebre ya se ha colocado. Tu cuerpo y tu mente se han expresado. Y es tu responsabilidad tomar las decisiones acertadas para que esa carga de energía que te bloquea no vuelva a presentarse. Si no tomas decisiones inteligentes, si no aprovechas la señal de alarma que te ofrece el rapé, las cosas se harán aún más pesadas a futuro.
De manera que si realmente llegas a un estado pesado tras una experiencia de rapé es porque hay algo que necesariamente debes trabajar sobre tu proceso de autoconocimiento y sanación. Hay algo que tu inconsciente ha decidido exponer a flor de piel, para que reflexiones a fondo sobre cómo ponerle pausa.
Este es entonces un momento oportuno para valorar como la hiperactividad de tu mente está desfasada. Es la oportunidad de revisarte para darle una nueva dirección y propósito a tu vida.
La importancia de no entender el rapé como la solución a todos tus problemas
El rapé sí es una medicina ancestral, mágica y maravillosa. Pero por el hecho de tener estas virtudes, no implica que se convierta en el fruto de tu iluminación total. Los problemas del mundo entero se habrían solucionado y viviríamos en un reino de paz total, en caso de que eso mismo estuviese garantizado.
Sencillamente, cada persona está viviendo su propio proceso, sus desafíos y limitaciones. El estado pesado también hace parte de la vida y es un escenario perfecto para explorar tus propias sombras. Aprende a aceptar esos momentos de sacudón para que despiertes a tu propia realidad.
