La meditación puede convertirse en la mejor aliada para que puedas liberar tu mente. Para tener un crecimiento armónico, donde no todo sea la turbulencia de las sustancias alucinógenas, nada más fantástico que aprovechar el camino de la meditación. No todo el mundo le da importancia a esto, creyendo que se trata de algo que solo pueden practicar personas con vocación espiritual.
Existe una idea preconcebida muy fuerte frente a lo que representa esta práctica. Se asume que requiere de demasiada seriedad, silencio y estados de paz interior. También se cree que tienes que tener conocimientos avanzados, con el apoyo de alguien que conozca los secretos de este rito de silencio.
Lo cierto es que la meditación simplemente consiste en mediar. Así es: mediar entre tus ideas, tu mente y tu cuerpo. El cerebro humano se encuentra trabajando con ideas de manera incesante. Se afirma que a diario, tu mente puede llegar a tener más de 70.000 pensamientos. Muchos de ellos no alcanzan a asomarse en tu memoria.
Lo que busca la meditación es aceptar el flujo de esos pensamientos para que no te veas derrotado por lo que te inspiran. Tu mente debe ser consciente de los alcances que supone para ti esas ideas, que van y vienen, vienen y van. Aceptar ese ciclo de pensamientos te liberará.
El silencio como primer camino
Por supuesto, en muchos casos, la mejor manera de alcanzar una buena meditación es a través del silencio. El mismo silencio que podrías llegar a vivir cuando consumes hongos enteógenos o te aproximas al rapé. El estado de paz interior requiere de silenciarse. El primer paso es, por supuesto, acallando el ruido del mundo exterior.
Lo siguiente, es buscar a toda costa respetar ese momento de intimidad contigo mismo. Aceptar que tienes derecho a mantener la calma. Esto te ayudará en gran medida a aislar de la turbulencia de la vida moderna, tan frenética, tan rápida, tan incesante. Tienes derecho a que tu mente se aquiete y te deje crear pensamientos positivos.
Por eso en algunos casos, el silencio puede ser sustituido por música de relajación. El silencio se sustituye a cambio de un tipo de música que acalle esos valores de tu vida cotidiana que te someten. Y todo lo demás a partir de ese punto, se encuentra dejarte llevar. Aceptar lo que vaya a suceder durante esa etapa de calma personal.
El gran valor que tiene la respiración
Algo fundamental en la meditación, para que realmente se potencie tu serenidad, es acudir a la respiración abdominal. Es importante que te oxigenes y respires profundamente, dejando que tus pulmones se inunden de aire. Luego, solo tienes que soltar esa inhalación, liberarla y sentir que al hacerlo, estás soltando una carga de energía pesada.
La respiración excretará, en la medida en que seas consciente de su beneficio, todo ese estrés acumulado. Por cierto que para llegar a esta etapa, no hace falta que adoptes ningún tipo de posición especial, tal como lo hacen los monjes tibetanos. Simplemente, se consciente de la intensidad de tu respiración.
Adquirir una posición requiere primero reconocer el valor de la meditación. Cuando ya le hayas otorgado la seriedad y respeto que merece esta práctica, podrás elegir en qué posición te sientes más cómodo. Es importante concederle a esta práctica el respeto que se merece, antes de adoptar cualquier posición a la hora de permanecer sentado, para así vivir esto con seriedad.
De hecho por lo mismo, tu puedes meditar cuando estás de viaje en un tren, en un avión, en tu auto mientras conduces de regreso a casa. No tendrás que cerrar los ojos ni rezar ningún tipo de mantra. Solo debes seguir el ritmo de tu respiración, sentir cómo te desintoxica y aflojar con esa actitud la tensión muscular asociada a tus ideas frecuentes.
La belleza de las imágenes que aparecen en tu pensamiento
A medida que tomas en serio la meditación, vas a reconocer que tu mente deja de pensar en ideas, para crear imágenes. O bien, que tu misma imaginación libera momentos que te conceden cierta paz y felicidad. Cuando se llega a este punto, no se está viviendo ningún tipo de iluminación. Lo que estas viviendo es una manifestación de tu deseo y tu capacidad de crear tu propia realidad.
Gracias a esos momentos en los que las imágenes toman protagonismo, podrás comprobar como tu pensamiento se torna flexible. Lo que ves deja de ser una ilusión y se convierte en una probabilidad. Tu deseo está proyectando algo que deseas atraer y materializar. Y en la medida que lo observas más consistente será eso que sucede en tu vida cotidiana.
En esta etapa en la que contemplas imágenes no estás viviendo ningún tipo de alucinación. Eres consciente de que eres capaz de predominar tu pensamiento. Pero, lo que está ocurriendo es que tus ojos, al permanecer cerrados, te ofrecen la misma oscuridad que un telón en un teatro. Y es así como el poder de la imagen se posiciona en tu mente.
La meditación y las experiencias con hongos enteógenos, el rapé o plantas alucinógenas
El ejercicio de meditar puede ser poderosamente útil en el caso de que te apasionen las experiencias con medicinas de poder o plantas psicoactivas. Si después o antes de una experiencia con este tipo de productos te tomas un tiempo para reflexionar en silencio, podrás estudiar más a fondo las percepciones sensoriales.
Abrir tu mente ante enteógenos es muy fácil. Lograr que tu cuerpo entre en un estado de sedación que te relaje también es algo que se puede conseguir en un chasquear de dedos. Pero tener la inteligencia y la sabiduría para interpretar todo lo que te ofreció cada experiencia, representa un logro poco común de obtener.
Integrar en tu estilo de vida la práctica de silenciarte, antes o después de una experiencia enteógena, te abrirá aún más tu mente y las ideas que lleguen a tu mente, a tu corazón te ofrecerán más paz. De esa manera estarás llevando tu vivencia a otro nivel, a la manera de lo que te ofrecería un psicoterapeuta.
Solo que en este caso, eres tú quien asume responsablemente la dirección de tus pensamientos.
