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Tribu Los Munduruku

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Pueblo de tradición guerrera, los Munduruku dominaban culturalmente la región del Valle de Tapajós, que en los primeros tiempos del contacto y durante el siglo XIX era conocida como Mundurukânia. Hoy, sus guerras contemporáneas están volcadas para garantizar la integridad de su territorio, amenazado por las presiones de las actividades ilegales de las áreas de extracción de oro, por los proyectos  hidroeléctricos y la construcción de una gran hidrovía en el Tapajós.

(Tribu Apurina)

Nombre y lengua

Están situados en regiones y territorios diferentes en los estados de Pará (sureste, canal y afluentes del río Tapajós, en los municipios de Santarém, Itaituba, Jacareacanga), Amazonas (este, río Canumã, município de Nova Olinda; y próximo a la Transamazónica, municipio de Borba), Mato Grosso (Norte, región del río de los Peixes, municipio y Juara). Habitan generalmente regiones de florestas, en las márgenes de los ríos navegables, siendo que las aldeas tradicionales de la región de origen quedan en los llamados “campos del Tapajós”, clasificados entre las sábanas al interior de la selva amazónica. La se concentra principalmente en la Tierra Indígena del mismo nombre, con la mayoría de las aldeas localizadas en el río Cururu, afluente del Tapajós. Datos más recientes sobre su distribución poblacional y la situación de sus tierras pueden encontrarse al lado en “Tierra habitadas”.

Localización y población

Este pueblo indígena pertenece a la familia lingüística Munduruku, del tronco Tupi. Su autodenominación es Wuy jugu y, según los saberes difundidos oralmente entre algunos ancianos, la designación Munduruku, como son conocidos desde finales del siglo XVIII, era el modo como éstos eran denominados por los Parintintins, pueblo rival que estaba localizado en la región entre la margen derecha del río Tapajós y el río Madeira. Esta denominación tiene como significado “hormigas rojas”, en alusión a los guerreros que atacaban en masa a los territorios rivales. La situación socio-lingüísticas  es bastante diversificada, como consecuencia de los diferentes momentos de la historia del contacto con los frentes de la colonización, y por la dispersión en diferentes espacios geográficos ocupados por este pueblo. La población localizada en las pequeñas aldeas en las márgenes del río Tapajós  es en su mayoría bilingüe. En la aldea Sai Cinza, aldeas de los ríos Cururu, Kabitutu y otros afluyentes del Tapajós, los niños, las mujeres y los viejos hablan la mayor parte del tiempo únicamente la lengua materna. Hay también casos en que su lengua pasa por un proceso de desuso, con dominio casi gexclusivo del portugués, siendo que los niños y jóvenes no hablan plenamente el Munduruku, como por ejemplo, las aldeas del Mangue y Praia do Indio, localizadas en la periferia de la ciudad de Itaituba, y en las comunidades de la Tierra Indígena Coatá-Laranjal, en el Amazonas.

(Tribu Katukina)

Historia del contacto

Tienen como su territorio más tradicional los campos interiores del alto río Tapajós. En el mito de origen, Karosakaybo creó a los Munduruku en la aldea Wakopadi, situada en los campos centrales, próxima a las cabeceras del río Krepori, lugar situado hoy en las proximidades del límite este de la tierra demarcada en 2001. Las primeras noticias sobre el contacto de los frentes colonizadores  datan de la segunda mitad del siglo XVIII, siendo la primera referencia escrita, hecha por el vicario José Monteiro de Noronha, en 1768, que los denominó “Maturucu”, cuando fueron vistos en las márgenes del río Maués, afluente del río Madeira, antigua Capitanía del río Negro – actual Estado del Amazonas -, donde actualmente existen comunidades de esta etnia cuya historia de contacto y relaciones con la sociedad nacional presenta aspectos distintos de las comunidades, situadas en la región del alto Tapajós. Hoy, la mayor parte de la población de la cuenca del río Madeira habita la Tierra Indígenas Coatá-Laranjal, que tuvo los trabajos de demarcación física concluidos también en 2001. Hay registros también de comunidades fuera de los territorios demarcados, a lo largo de la carretera Transamazónica, próximas al municipio de Humaitá, en el Amazonas. En la región del bajo río Tapajós, próximo a Santarém, en los últimos años algunas comunidades en proceso de afirmación de su identidad étnica se reconocen como Munduruku. La expansión territorial de este pueblo indígena ocasionó diferentes historias de contacto, y es mejor comprendida en el abordaje hecho en la historiografía cuando los Munduruku son presentados como una nación audazmente guerrera, que realizaba grandes excursiones del río Madeira al Tocantins, con la finalidad, entre otras, de obtener como trofeos las cabezas  de los enemigos que eran momificados y a las cuales se les atribuían poderes mágicos. Los Munduruku dominaron bélica y culturalmente el Valle del Tapajós desde el finales del siglo XVIII, región conocida secularmente como Mundurukânia, donde permanecen hasta los días de hoy, sea en las tierras reconocidas oficialmente, sea viviendo en pequeñas comunidades próximas a los ríos como por ejemplo, la de Mamãeanã , São Luís y Pimental, estas últimas situadas a apenas una hora de motor de popa del municipio de Itaituba.

(Tribu Puyanawa)

Organización social

La sociedad Munduruku dispone de una organización social basada en la existencia de dos mitades exogámicas, que son identificadas como la mitad roja y la mitad blanca. Actualmente, existen cerca de 38 clanes más conocidos, que están divididos entre las dos mitades, en donde se originan no solamente las relaciones de parentesco, sino también, diversos significados en la relación con el cotidiano de la aldea, con el mundo de la naturaleza y de lo sagrado. En la organización de la sociedad Munduruku, la descendencia es patrilineal, esto es, los hijos heredan el clan del padre, pero la regla de residencia es matrilocal, condicionando al joven recién casado a vivir en la casa del suegro, a quien debe prestar su colaboración en las tareas de hacer plantíos, pescar, cazar y todas las demás actividades relacionadas a la manutención de la casa, incluyendo acompañar a la familia en los trabajos de extracción y recolección en las áreas de caucho y de castaña. Generalmente, este período de residencia corresponde a los primeros años de matrimonio, hasta el nacimiento del segundo hijo; después de esta fase el marido provee la construcción de la casa para su familia. En los últimos años, en algunas familias y aldeas, entre las actividades productivas se incluye el trabajo en las áreas de extracción de oro, realizado generalmente en la región de los ríos Kaburuá y Tropas, con la explotación de pequeñas grutas. Pero esta necesidad ha sido amenazada por la inclusión de los ancianos indígenas en el recibimiento de los beneficios sociales del INSS. Esto ocasionó algunas transformaciones en el papel de proveedor y en la fuente de renta dentro de las familias. Los beneficios recibidos generalmente son socializados, con especial atención para los nietos, siendo que la mayoría de las veces contribuyen para la adquisición de productos que antes sólo eran accesibles a través del trabajo de extracción del caucho y de otras actividades de explotación de los recursos naturales.

Aspectos culturales

A partir del contacto con los frentes económicos y las instituciones no indígenas (misión y SPI), varios aspectos de la vida cultural  sufrieron transformaciones. Siendo un pueblo guerrero, varias expresiones culturales significativas estaban relacionadas a las actividades de guerra, que tenían un carácter simbólico de peso para la constitución del hombre y de la sociedad. Los desplazamientos de las aldeas tradicionales a las márgenes de los ríos, formando pequeños núcleos poblacionales, contribuyeron también a la desaparición de la casa de los hombres, unidad importante en la aldea tradicional y en la permanencia de algunos rituales de carácter colectivo que estaban relacionados a las actividades de provisión de alimentos, divididas entre la estación de la seca (abril a septiembre) y la estación de las lluvias (octubre a marzo). Entre estos rituales estaba el de la “Madre de la Selva”, realizado al inicio del período de las lluvias, con el objetivo de obtener el permiso para las actividades de caza, protección en las incursiones por la selva y buenos resultados en la caza. Algunos elementos de esta actividad todavía están presentes, o fueron recreados con nuevos significados, especialmente en la relación del respeto con los animales cazados, en las prácticas del cotidiano del hombre cazador para obtener caza y en las reglas alimenticias. Mantienen algunas prácticas culturales relacionadas a la pesca, actividad de mayor intensidad en el verano, entre las cuales están los juegos que anteceden a la pesca con ‘timbó’, una raíz que después de ser triturada es usada en los ríos para facilitar la captura de los peces. Generalmente, el día anterior a la “tingüejada”, la raíz del timbó se tritura sobre troncos, donde es batida de forma rítmica con pedazos de palos por los hombres. Las mujeres, especialmente las jóvenes, recogen el ‘urucú’ o la savia en forma de goma blanca de un arbusto llamado ‘sorva’, y pasan a perseguir a los hombres, con la finalidad de pasar estos productos en sus rostros y cabellos; estos huyen y se configura un juego por toda la aldea. Esta es una forma de alegrar a los peces y obtener abundancia en la pesca del día siguiente.

Cultura material

En la cultura material se destacan los cestos y los trenzados, que son las actividades masculinas, cabiendo al hombre la confección del ‘Iço’ –cesta con la cual las mujeres cargan las frutas y los productos de las plantaciones -, los coladores y demás utensilios de uso doméstico hechos con fibras naturales. En las cestas son grabados dibujos con urucu, que identifican al clan del marido. Así, por ejemplo, los paños para cargar a los niños que son confeccionadas por las mujeres con la fibra extraída de un árbol, identifican, con el color natural rojo o blanco, la mitad exogámica a la cual el niño pertenece. Algunos hombres y especialmente las mujeres son eximios en la confección de collares con figuras zoomorfas (peces, tortugas, gato de la selva, caimán, etc.) esculpidos con las semillas de inajá y tucumã. 

tribu-indigena-brasil

La cerámica, actividad femenina por excelencia, está casi desaparecida, habiendo algunas mujeres en las aldeas Kaburuá y Kato que todavía dominan las técnicas tradicionales. Hay informaciones de que entre los Munduruku de la tierra indígena Coatá, en el estado de Amazonas, esta práctica está más presente. El arte de tejer, principalmente, redes de algodón, también está en desuso, a pesar de contar con un número considerable de mujeres adultas y viejas que tienen el conocimiento de la técnica, y que a veces confeccionan para la venta como artesanía.

Cultura material

Otro aspecto que merece registro en el proceso de su organización es el interés que ellos siempre tuvieron en la mejoría de la educación escolar. Muchas de las escuelas existentes surgieron por iniciativa de las comunidades, siendo que varios profesores indígenas actuaron durante años como voluntarios, contribuyendo para la alfabetización y el sentimiento de compromiso de muchos jóvenes que se encuentran hoy participando de las acciones de interés comunitario. Los trabajos de capacitación de los primeros profesores fueron iniciados a partir de la mitad de la década de 1970, con el apoyo del SIL (Sociedad Internacional de Lingüística) y de la Misión São Francisco.

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