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Aspectos espirituales de la experiencia psicodélica

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Aspectos espirituales de la experiencia psicodélica

El uso de los psicotrópicos, alucinógenos, enteógenos o plantas psicoactivas es milenario. Se trata de una tendencia que han vivido todas las sociedades a lo largo de su historia. Tanto en la antigua civilización egipcia, como en los mayas, los aztecas o los mesopotámicos, existen referencias al consumo de sustancias alucinógenas.

Incluso el consumo del alcohol está asociado a esa misma búsqueda de estados donde el cuerpo y la mente se desplacen a una fase de inhibición. En la tradición de la Antigua Grecia, el valor del vino, como bebida alcohólica, fue empleada como uso recreativo, pero también como una forma de exaltación a la vida y el deseo de entrar en comunicación con el dios Baco.

El uso de las sustancias psicotrópicas se ha asociado como una alternativa para romper los límites impuestos por la materia, la mente y el cuerpo humano. Los chamanes de las tribus indígenas de Sudamérica, son más que conscientes de esta verdad. Hay algo más allá de nuestra naturaleza cómo mortales y una experiencia psicodélica puede aportar en ese despertar.

Más allá de la realidad

En algún momento de nuestras vidas hemos sido presa de una emoción fuerte y excitante. Hay momentos en los que una noticia, un logro personal o un suceso inesperado, disipan en nuestro cuerpo una torrentosa liberación de dopamina y adrenalina, que desata a su vez una sensación de euforia.

En momentos así, nuestra mente y nuestra imaginación nos comunican que lo que nuestros sentidos aceptan como realidad depende en gran medida de nuestro propio yo. Es nuestro ego el que asimila que el mundo que vivimos sea triste o feliz, plano o revolucionario, emocionante o agobiante. Son estados donde somos conscientes de que poseemos una naturaleza espiritual.

Tener la capacidad de dominar ese estado espiritual, esa energía palpitante que nos hace sentir frescos, es bastante similar a la que se alcanza cuando se acude a los efectos de los enteógenos. El cuerpo asume el poderoso efecto narcótico de los hongos y lo proyecto en la liberación del metabolismo.

El ingreso a la supraconciencia

La ciencia de los chamanes que trabajan con la ayahuasca, afirma que son los psicotrópicos los que permiten que la mente humana pueda aislarse de su condición terrenal, para ingresar a un estado de supraconciencia. Otras tradiciones en el mundo afirman lo mismo con su propio uso de psicodélicos.

El universo de la supraconciencia ha sido comparado con el Mundo de las Ideas sobre el cuál reflexionaba el antiguo filósofo Platón. Viene a representar el escenario donde la vida es tan infinita como la misma belleza del universo, con sus galaxias, sus estrellas y su alquímica magia que expone el gran Misterio de la Vida.

Quienes acuden a la psicodelia como un ejercicio espiritual, lo hacen bajo la misma motivación de quien desea sorprender su corazón, su cerebro emocional, desde un atardecer, una noche estrellada, un momento de serenidad a través de la meditación. La psicodelia permite en que la relajación de los sentidos, den paso a que sea la mente la que tenga más protagonismo.

Cuando la realidad no es suficiente

El asunto es que, a pesar de todos los esfuerzos, los efectos alucinógenos son siempre personales. Lo que alcanza una conciencia a contemplar en un estado producido por enteógenos puede ser radicalmente distinto a lo vivido por otra persona. Lo que alcance a vislumbrar y concebir durante un estado de psicodelia depende de la espiritualidad misma que posea dicho individuo.

Para una persona con creencias judeocristianas, la dilatación de sus sentidos y lo que su mente llegué a observar, estará en un alto porcentaje relacionado con los arquetipos que tiene construido su cerebro respecto a la vida de Jesús, Dios o la Santísima Trinidad, entre otros conceptos bíblicos.

La relación conceptual no deja de entrecruzarse en una experiencia psicodélica debido a la alta relación existente entre mente y cerebro. Aspirar a entrar a un estado extremo de “Unidad con el Universo”  a través de la psicodelia, supone grandes riesgos.

Tener cuidado con los límites

Incluso el individuo podría asumir, después de una buena experiencia que desafíe sus límites terrenales, que, para mantener esa conexión, la medida más rápida y directa sería la muerte. Concebir esa opción supone un retroceso sobre el buen acudir a los psicotrópicos como experiencia para el autoconocimiento y la edificación de una espiritualidad.

Y, a partir de ese punto, el individuo corre el riesgo de que su búsqueda por lo espiritual, se derrumbe en una experiencia adictiva y sin dirección. Por eso, se necesita de una muy buena cultura, formación y acercamiento a personas con experiencia en este campo, para que una vivencia espiritual sea lo suficientemente sana y productiva para la vida de la persona.

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